viernes, septiembre 7

A unos años ya...

Recién he comentado nuestra mala fortuna en los eventos intelectuales mexicanos (y al exterior) por lo que daré paso a recordar una emotiva despedida que nos hicieron al salir de un evento, en realidad tras negarnos el acceso.
Es bello cuando a un conferencista lo reciben en la puerta del lugar, a su arribo, con menciones de júbilo y a espera de su acceso, nada más parecido, nada más distante a aquel día. Junto con el Señor L aparecí en las cercanías del gran teatro donde se harían las conferencias magistrales dicho día, en la puerta aguardaban gran número de los asistentes. Nos miraban. Conforme nos acercábamos se veía como se alegraban y el murmullo en incremento aumentaba, mas seguíamos sin distinguir palabra alguna...
De pronto se alcanzaban a escuchar algunas exclamaciones que, por su procedencia, nos parecían ambiguas "esos cabrones", "no mames, ahí vienen", "¡Sí, no más que lleguen y esto se va poner bien cabrón"... había cierta alegría en ellas, mas, a la usanza de nuestros intelectualoides, "¡por Dios!, ¡salvenos Benito Juárez y la reforma, así como todos nuestros héroes e intelectuales míticos!", exclame entonces y continúe "¡Por las agraphas fregaderas... Barman!", pero el Señor L permaneció en silencio conteniendo la emoción. ¿La filobazofía sería reconocida?
No, no he querido crear drama. Si el lector lo tiene permitame recordarle cierto grado de estupidez al que honorablemente se ha hecho merecedor, pero no se preocupe por tal, posiblemente se debe a sus amplios conocimientos en materia de superación personal y autores afines o a la lectura de revistas intelectualoides y seudoculturales, así como aquellas de chismes. ¿Por qué?, vaya, ¿ha leído alguna vez esos relatos donde el autor cuenta una aventura o las interesantes preguntas en una entrevista al estilo "¿y lograste sobrrevivir?"?, así mismo lector hemos dado cuenta del rechazo a que hemos estado sujetos, por tanto, ¿nos aceptaron?... ¡cuánto drama!
Como obviamente no sucedió el reconocimiento, ahí tienen que se confabularon para fastidiarnos. Por fortuna cargaba uno de mis pisapapeles favoritos (aunque o recuerdo cuál, el caso es que era un libro al estilo ladrillo de cuyo autor me guardare de decir el nombre [pero su apellido era, seguramente, Kant, Hegel, Heidegger o algo así, les digo que no recuerdo ]), así pues, al estar a una distancia suficiente se lanzan al ataque cual jauría (disculpándome con estas últimas por la referencia). No preciso quién, si el Señor L o yo, pero la única expresión fue "¡Madres!"
Una honrosa caminata, disimulada, tranquila y sin presiones a la esquina, para desde ahí correr como nenas a la mayor velocidad posible con el olvido de toda estética y orgullo por salvar el pellejo, tal era nuestro plan no expresado... al menos así guardamos el decoro por unos segundos. Como sea, al llegar a la esquina, antes de girar ya se acercaban bastante, teníamos solo nuestras mochilas, las carpetas con nuestra magnas conferencias y el pisapapeles que dejé caer para no tener que cargar con peso muerto.
¡Bendito alemán aburrido, preciso y de lenguaje elaborado con pésima traducción que lo hace más odioso!... todos sin dudarlo se lanzaron al rescate del texto y nos dejaron continuar nuestro camino sin recurrir a la huida al estilo de colegiala tras su grupo emo favorito donde el vocalista gay, por más que intente la niña, nada le hará. Como sea, salimos bien librados, sin embargo no lograron contenerse del todo, dando pie a un breve dialogo que a continuación reproduciré:
Turba enardecida: ¡Corran... bueno, caminen... ratones que aquí nunca serán aceptados, huyan al vernos como un gran gato, astuto e independiente que los persigue y ante el cual su filobazofía, así como todo lo que puedan decir está carente de importancia!
Lord V: ¡Al haber gato, dos, los ratones caminamos tranquilos! Cuando seamos reconocidos, se verá como es, tupido intelectual Albert González; que nuestra cierta razón nos permitirá verlos huir... pero os dejamos, pues, reafirmo, ¡al haber gato, dos, los ratones caminamos tranquilos!, quedense en paz, es tupida la intelectualidad presente que en su saturación de conocimiento que a nadie importa nos menosprecia!
Es ésta una de tantas experiencias donde la incapacidad e intolerancia ha explotado en nuestra contra y, sin embargo, hemos salido airosos sin recurrir a métodos que atentan al honor (más que nuestro, el de la filobazofía), bien que en esta ocasión gracias a la suerte que tuvimos por la caída del texto pues, de otra manera, hubiéremos huido de manera poco honrosa, como se ha dicho, corriendo cuales nenas perseguidas por más de cien intelectuales enardecidos... peor aún su furia que cuando se cerraron las puertas a la UNAM o se bajo el presupuesto universitario, peor aún inclusive que aquel día cuando se canceló...
...dejemos eso para otra ocasión pues sin el debido tacto podría conmocionar a tales ciudadanos dedicados al estudio y la cultura que, pese a todo y en el fondo, se encuentran al tanto de nuestras acciones.
Amable lector y estudioso, nos vemos luego.

No hay comentarios: