sábado, diciembre 22

Un poco de sacrificio…

En ocasiones pareciera que uno debiera sacrificarse en pos de un bien mayor, así, es posible autohumillarse un poco (o un poco bastante) a favor de fastidiar a alguien más, siempre y cuando no haya problemas con la jerarquía axiológica propia (o sea de valores). En lo personal me molestan los promotores de tarjetas de crédito. Aquí la breve historia:

Joven. – Buenas tardes señor, me permite ofrecerle este volante.
Lord V. – Sí (tomo el papel). Gracias.
J. – Señor, tenemos la tarjeta de X en promoción, todo lo que compre en la tienda estará a n meses sin intereses… ¿le interesa?
L. V. – Joven, de momento no tengo trabajo, todo lo que compre no podré pagarlo y seguiré desempleado varios meses… ¿todavía le interesa?

Él abrió sus ojos muy grandes, la voz se le tambaleó, susurro un “gracias” forzado y estaba a punto de retirarse con un rostro de no saber qué hacer y fastidio, me obligó a contener la risa y, entonces, iba yo acompañado por mi señora que dice: “sí, yo lo mantengo… pero no es para que lo andes presumiendo y gritándoselo a todos… sigue con eso y te rebajó la quincena, además de que ya no tienes la casa tan limpia, ni estás cocinando tan bien…”

Ahí sí, el joven huyó. Bien, no es muy gracioso, debieron haber estado ahí para verle el rostro y la forma en que se retiraba. Como sea, es una buena forma de deshacerse de ellos…

Eso es el sacrificio, permitir un mal en pos de un bien mayor que, en la conciencia de quien realiza el sacrificio, se encuentra ya dado aún cuando de hecho no pueda proyectarse todavía, en este caso, la contención de la risa, tal vez nunca hubiera reído si sucediese algo enseguida que me fastidiará pero, en la realización del acto, ya la tenía ganada. Así los padres dan por hecho el bien de sus hijos (que los desmentirán a los cinco minutos), así lo mártires (lo que dice Nietzsche es falso, no hay separación de realidades, no se espera pasar de una a la otra, para la conciencia religiosa se participa de ambas, al final, solamente se inclinará péndulo hacia alguna)… pero vaya, no invoquemos la honrosa presencia de los temas trascendentes y el intelectualismo barato que ya tuvimos bastante con el arranque de “y si… y sí la ironía”

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